10 feb 2016



“LO QUE NO TE MATA, TE FORTALECE" - ME ESCRIBISTE.

          


            Fue como si volviera a es-cu-cha-r nuevamente tu cálida voz y ver tus ojos verdes clavados en mi piel que te trae recuerdos de tu deseos inesperados y a destiempo, pero reales- no olvidados, acaso porque nunca fueron saciados. Y volvió a vos esa revolución que calienta tu sangre cuando pensás en mí y no hay ninguna razón- lo sé muy bien – que pueda evitar esa revolución y, a la vez, ese temor que te invade porque quisieras poseerme. No hay tiempo, no hay ningún impedimento – aunque los haya- para impedir ese deseo brutal de poseerme hasta la última fibra, saciarte de mí , aunque después debamos borrar de nuestros tiempos diferentes. Ese secreto maravilloso, inolvidable, que en otro tiempo podría haber engendrado un hijo tan fuerte como y bello como Polifemo.
            Leer tus palabras fue como verte, otra vez, cerca de mí, sobre mi, enloqueciendo acariciando y sorbiendo toda mi piel y mis redondeces y penetrando mis perforaciones eróticas, hasta que ambos nos sintiéramos morir de placer y yo gozando de tus manos fuertes, de tu temblor desesperado porque ambos sabemos que será esa única vez, esa entrega total y que después ya no importa nada , que hemos llegado al cenit del sexo y del amor, de la piel deseada. Ya, después, ambos podremos vivir de ese recuerdo porque- lo sabemos- es imposible estar juntos.


                                                               FEBRERO 2016

7 ene 2016

OLVÍDAME  Y DÉJAME OLVIDARTE


                                       “Nadie puede competir con un recuerdo”


                        AQUÍ, un poco triste, esperando… que algo me haga reír y sabiendo que sólo Luis siempre estará presintiéndome e impidiéndome que me olvide de él y que no me dejará olvidarlo, aunque, ambos sabemos secretamente, que debemos  pagar el error de no haber estado toda la vida juntos. Juntos desde aquella tarde cuando éramos dos bellos jóvenes, yo con mi pelo largo y mi cuerpo casi perfecto y llamativo, vos con tu rostro simpático, bello, alegre, con tus rulitos en la cabeza con los que yo después jugué.
                  HOY, ya es tarde para eso- hemos hecho una vida separada pero sin olvidarnos jamás. Desde algún lugar hay algo que te avisa cuando alguien quiere ocupar tu lugar y entonces apareces de cualquier manera, con tu presencia, tu voz o tu escritura, para recordarme que somos el uno del otro y también que ya no podremos estar “nunca” juntos pero que siempre estarás presente para decirme:”No pude olvidarte”.
                Acaso, nadie quiso ocupar o no pudo ocupar tu lugar, y estoy sola tratando de reemplazarte y vos deseando estar conmigo como cuando fuimos  aquellos lejanos jóvenes que se sentían capaces de abrazar el mundo, pero que luego se encontraron y desencontraron muchísimas veces.         No hubo nunca nada capaz de reemplazar lo que ambos sentimos y que no fuimos capaces de vivirlo, con otros, sin recordarnos.
          Seguimos distintos caminos. Y siempre que yo comenzaba otra historia volvías de alguna manera a aparecer para recordarme:                    “no podés ser de otro”. Y  si me quedaba sola, aparecías también `para hacerme sentir, con cierto egoísmo: “siempre estaré contigo aunque de lejos si no me dejás estar a tu lado, porque vivo otra vida, pero seguís estando conmigo, te llevo escondida en mi corazón como la primera vez que te vi, bellísima y atrapante, con tu pelo casi rojizo, largo, excitante  como una visión inolvidable”.
         Tal vez, ambos tuvimos miedo de romper la fantasía y preferimos recordar aquel bello sueño a la realidad, recordar que una madrugada nos despedimos llorando porque no era posible que estuviéramos separados. La casualidad o, que sé yo, nos juntó muchas veces pero tuvimos miedo de romper el encanto.
         Acaso lo nuestro fue como un sueño, a través de los años nos encontramos por casualidad en los lugares más insólitos. Tal vez, sea mejor que no nos volvamos a ver para que vos acaricies cada pedazo de mi cuerpo, - que ya no es tan bello- como lo hacías, y yo no juegue con tu pelo negro y enrulado que ya debe tener mechones blancos.
         Fue un hermoso sueño de amor y de entrega total – dejémoslo así- cada vez que tu voz me llega por el teléfono me sacude y que tu letra aparece ante mi vista me conmueve. No me pienses y permíteme que yo deje de pensarte.
         Lo otro sería sólo por un momento, y como ambos sabemos, no podríamos vivir ya juntos. ¡ Suéltame de una vez, mi amor lejano!

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17 dic 2014

13 de dic. 2014

Julio Cortázar, un escritor rebelde y sorprendente







(De Carmen Ortiz)

Quienes hayan leído profundamente la literatura de Cortázar y hayan transitado los distintos aspectos de su vida y su pensamiento, comprenderán por qué hoy se hacen tantos homenajes en el centenario de su nacimiento.
En mi primer libro sobre el autor  escribí: "…el 12 de febrero de 1984, moría de leucemia en París. La muerte reivindicó su personalidad ante la mojigatería de la derecha y la miopía de la izquierda que representan un número poco considerable de lectores pasivos, aquellos que jamás podrán comprender la aventura y la libertad de la propuesta cortazariana."(1)
"Como los rebeldes, como los renovadores, en fin, como los revolucionarios, pensaba y actuaba Cortázar". (2)
Vuelvo a citarme porque está relacionado con lo que voy a contar y que, a pesar de creer que he leído toda su obra y cuanto artículo o texto haya aparecido sobre él, esto que contaré lo desconocía. Dije en aquel primer libro: "Sé que misteriosamente en algún olvidado anaquel o en alguna caja escondida de una biblioteca puede estar esperándome un artículo, un ensayo, reseña o entrevista…"(3)
Este año 2014 se cumple el centenario del nacimiento de Julio Cortázar, y transcurridos los 30 años de su muerte, todavía siguen apareciendo datos casi desconocidos de su vida, como ser las clases de Literatura que el autor diera  en la Universidad de Berkeley, California,  en 1980 sobre su propia obra. (4) Se trata de interesantes análisis de su literatura clasificada y enriquecida con sus comentarios de cine, música, y otros aspectos, con la participación de sus alumnos. Descontamos desde ya la 
"correspondencia" del autor que hemos podido leer en sucesivos libros.
Pero si algo hubiera faltado para hablar de lo polifacética de la personalidad de Julio Cortázar (que hasta escribió letras de tangos) ha trascendido también que cuando el autor aún firmaba como Julio Denis publicó un libro de poemas -del cual luego renegó- (5) y escribió el guión para una película.
La historia es la siguiente: entre 1939 y 1944 Cortázar vivió en Chivilcoy donde  daba clases de Literatura en la Escuela Normal. En julio de 1944 se alejó para ocupar los cargos de catedrático en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, en  que había sido nombrado, en las materias Literatura Francesa y Literatura de la Europa Septentrional.
En Chivilcoy Cortázar concurría  a las reuniones de amigos en el estudio del fotógrafo Ignacio Tankel (Ignacio Tankelevich) y, a propuesta de éste, participó en la realización de un guión cinematográfico para la película "La sombra del pasado" que se filmara entre agosto y diciembre de 1945 (6) y de la que  Tankel fuera su director.
La película se estrenó en el cine "Metropol", de Chivilcoy el 25 de mayo de 1947. El guión se basaba en la novela  "Sangre nuestra"  de Alberto Guiraldo, "que narra el asesinato en 1910 del poeta modernista Carlos Ortiz, en dudosas circunstancias; también recupera parte del juicio a los sospechosos -la Municipalidad fue intervenida en aquella época porque se creía que el líder político que gobernaba entonces estaba involucrado-", según cuenta el escritor Hernán Ronsino, autor de la novela "Lumbre" que narra historias que ocurrieron en Chivilcoy. La novela de Guiraldo parece haberse perdido y en cuanto a la película que originó, "La sombra del pasado", sus negativos originales se perdieron en un incendio pocos años después de su estreno. Pero la filmación de esta película no pasó inadvertida para el cineasta Panero que, según palabras de Sebastián Fernández cuenta: "Sesenta años después de aquellos sucesos, el cineasta Gerardo Panero (también de Chivilcoy) decide investigar lo que ocurrió con 'La sombra del pasado': aparentemente, la o las únicas copias que existían se perdieron en un incendio junto con los negativos. Ese es el punto de partida para su documental 'Buscando la sombra del pasado' (2004), de veintiún minutos de duración. Panero se propone reconstruir todo lo referente al film de Tankel, desde su concepción ideal hasta su destino incierto, acudiendo para ello al testimonio de partícipes y testigos. Por fortuna, 'Buscando la sombra del pasado', -el documental que filmó al respecto- no pasó inadvertido ni se extravió: entre otros reconocimientos, fue invitado a participar de la muestra Presencias; se lo proyectó en la Feria del Libro de Chajarí (Entre Ríos, Argentina) y obtuvo el premio especial Mártires del puente Pueyrredón, otorgado al director en el 1er Festival Jóvenes Documentalistas, segmento del 1er Festival Latinoamericano del Documental. Tal vez éste sea el único documento que mantenga viva la memoria de Tankel y su primer film. Mientras tanto, el interrogante sigue abierto: ¿existirá alguna copia que no conocemos, que algún coleccionista receloso oculta? Habrá que ver el documental para averiguarlo."
Frente a esta situación no podemos negar que el enigmático final de la película guionada por nuestro autor es absolutamente coherente con el universo cortazariano.
______ 
Notas:
(1, 2, 3) Ortiz, Carmen: Julio Cortázar: una estética de la búsqueda; Buenos Aires, Almagesto, 1994.
(4) Julio Cortázar. Clases de Literatura. Berkeley, 2013.
 (5) Denis, Julio: Presencia; Buenos Aires, El Bibliófilo, 1938.
 (6) Astarita, Gaspar J.: Cortázar en Chivilcoy.

Ilustración: Julio Cortázar (Foto tomada de: letras,unmsm.edu.pe)
Nota tomada del periódico "Desde Boedo", Nº 149, diciembre 2014.
 Del Barrio   
 


24 nov 2014

HOMENAJE A CORTÁZAR

HOMENAJE A CORTÁZAR ( 1914-2014)



En la Trastienda del Bar Notable "Margot" leyendo textos de Cortázar, coordinando la Mesa de Homenaje . Leyeron Marta Lami, Patricia Sibar y
José Antonio Cedrón.

9 feb 2014

PIEL

Piel. Sentí todas las capas de tu piel. Te sentí y sentí como me sentías. No pudimos evitarlo. Toda la tensión de nuestras neuronas no pudieron contra las simples e insignificantes células de todas las capas de nuestras pieles. Ellas, sabias, al fin más sabias que todas que todos nuestros complejos razonamientos dijeron que no era cierto que fuera imposible, más todavía, dijeronque no había otra posibilidad para nosotros. Todas nuestra inteligentes neuronashabían luchado denodadamente para que no ocurriera pero el instinto había vencido, como siempre. Sentí la prueba latente. Tu piel en la misma frecuenciaque la mía y ya no había escapatoria. Siempre recuerdo las sabias palabras que el joven le dice a su amada imposible, Cándida, en la obra de Bernard Shaw, "dentro de cien años los dos tendremos la misma edad". Cualquiera fuera nuestro impedimento, dentro de cien años ambos estaremos muertos y tal vez no habremos vivido lo que la vida tuvo la bondad de ofrecernos. Yo, que ni siquiera le temo al incesto, yo, que nací para la libertad he luchado contra mi instinto y estoy asombrada de la sabiduría de las células de nuestra piel.
Todas esas palabras que habíamos dicho, mintiéndonos, engañándonos a sabiendas, jugando peligrosamente, no habían servido para nada. Eran engañosas, tan engañosas, tan engañosas como lo dice Platón en Fedro, o como lo dice Borges en muchos de sus cuentos. Las palabras engañosas, pero la piel no miente porque es instinto puro, es lo que palpamos para saber que eres hombre y que soy mujer., Nuestras pieles se rebelan cansadas de tantas elaboradas elocubraciones de nuestras neuronas para sólo producir palabras mentirosas.
¿Por qué no pudimos controlar nuestra piel? ¿Sabes por qué? Porque se cargaban a cada instante de deseos, de ansiedad, de sentimientos, estaban aburridas de nosotros, de nuestros prejuicios, de nuestras mentiras, de nuestro discurso sobre la libertad de cada uno y nos mostramos la verdad. ¿Cómo podremos parar el instinto, el más elemental y verdadero de los entimientos humanos? No lo sé y no me interesa. Sólo me confunde. ¿Cómo haremoa para no tocarnos ahora que sabemos que es eso lo que queremos, lo que nos está pidiendo cada milímetro de nuestra piel? Acaso seamos tan sabiosa y libres como las células de nuestra  piel, acaso seamos engañosos y nos encerremos en la cárcel de los prejuicios que se encargarán de justificar con palabras sesudas  y razonamientos bien construidos que, en realidad, nada pasó. Y perderemos el regalo de vivir, de gozar, de permitir que nuestras estúpidas neuronas descansen. Es posible que seamos cobardes, que no nos permitamos gozar del privilegio que la vida nos ofrece y con ello supondremos ser realmente inteligentes.

1 sept 2013

CORTÁZAR Y EL SUBTE

(De Carmen Ortiz)

Acaso porque está asociado a lo misterioso, de alguna manera el tema del descenso al Hades, al Averno o simplemente al Infierno católico ha sido siempre atractivo y hasta recurrente para los escritores. Así conocemos textos como la leyenda mitológica griega de Eurídice, su descenso al Hades, y el de su amado Orfeo, convertida más tarde en ópera; el apasionante infierno del Dante en La Divina Comedia, o el recorrido y pruebas del héroe clásico de La Odisea -atribuida a Homero- narradas en el excelente libro de Joseph Campbell.(1)
Siempre la presencia del temido y desconocido infierno ha atraído a los autores, Cortázar no fue la excepción: el personaje de Oliveira en Rayuela dice de Talita cuando ésta baja a la morgue del manicomio, después de haberla confundido con La Maga: “Estaba en su pequeño y cómodo Hades refrigerado pero no había ninguna Eurídice que buscar…” Pero no es ésta la única mención del autor argentino a ese misterioso lugar, más aún, Cortázar tiene cuentos que se desarrollan tanto en el metro de París “Manuscrito hallado en un bolsillo” (2), como en el subterráneo de Buenos Aires, “Texto en una libreta”. Precisamente, quiero referirme a este relato que ocurre en Buenos Aires, en la línea A de subterráneos, entre 1940 y 1946.
Los trenes centenarios de la línea A de subterráneos de Buenos Aires hace unos meses han sido reemplazados por otros modernos y confortables, que no tienen, ni la atracción ni el misterio que el autor argentino encontró en aquéllos. Los antiguos eran de madera barnizada, su ritmo se marcaba con un ruido acompasado al desplazarse, con sus luces parpadeantes que muchas veces acompañaba mi lectura apurada de algo que debía estudiar para la Facultad o algún párrafo de una novela. A veces solía mirar aquellas viejas estaciones que con el tiempo fueron trasformándose con aditamentos más modernos, pero que no dejaban de sorprenderme, por ejemplo, como una estación fantasma, la clausurada estación Alberti, toda oscura y donde una vez vi ¿maniquíes? que simulaban bailarines danzando. Misterioso hallazgo que nadie me supo explicar.
No deja de ser interesante conocer el costado histórico de los reales trenes en que se desarrolla el cuento de Cortázar. Los antiguos vagones de madera con trabajo artesanal y donde hasta las bobinas fueron colocadas manualmente, habían sido fabricados en Brujas (Bélgica) y fueron el primer subterráneo del hemisferio sur, funcionado en Buenos Aires a partir de 1913. (3) El 12 de enero de este año hicieron su último viaje en nuestra ciudad y ya han sido desmantelados por orden del Jefe de Gobierno de la Ciudad y reemplazados por modernos coches de origen chino.
El cuento de Cortázar se llama “Texto en una libreta” (Queremos tanto a Glenda, cuentos, 1981). En él se percibe la transtextualidad (4) de “Informe sobre ciegos” (Sobre héroes y tumbas, novela, 1961) de Ernesto Sabato, allí el personaje va descubriendo paulatinamente las costumbres de una siniestra secta de ciegos que parece acecharlo. En el texto de Cortázar se trata de los habitantes  del subte “A”, y, en ambos, la cofradía amenaza al protagonista, es secreta y pretende apoderarse de todo, de la ciudad o acaso del mundo. Como en “Manuscrito hallado en un bolsillo” el título sugiere el final trágico del protagonista.
Después de la lectura sabemos que el narrador estaba haciendo un informe, lo sabemos por ese texto en una libreta, que es lo que queda, por lo que decidimos que ha desaparecido. La acción está ligada a los subterráneos de la línea A (Anglo), que va desde Primera Junta hasta Plaza de Mayo. El mismo personaje narrador nos cuenta del Hades: ”Es cierto que entre Loria y Plaza Once se atisba vagamente un Hades lleno de fraguas, desvíos y depósitos de materiales y raras casillas con vidrios ennegrecidos”. A medida que avanzan los hallazgos del protagonista es mayor su miedo y la sensación de estar vigilado. Si revela su descubrimiento pueden matarlo o recluirlo por loco, como lo sugiere Montesano, el inspector en jefe (léase: la sociedad). Porque este perseguidor innominado no cejará, llegará hasta el final de “un descenso progresivo y  cauteloso del subte, entendido como otra cosa”.
Tal vez el narrador haya sido muerto por la secta, recluido por loco o sometido. No lo sabemos, sólo podemos suponerlo. Si bien el cuento describe una verdadera pesquisa al estilo de una narración policial, la atmósfera alucinante y  el manejo de los distintos niveles lingüísticos lo colocan en otro tipo de ficción. Aunque el autor usa la ambigüedad propia de lo fantástico, la metáfora parece ser tan clara que creo conveniente no ubicarlo dentro de la literatura fantástica del autor sino en la realista. (5)
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(1)  CAPMBELL, Joseph, El héroe de las mil caras, Psicoanálisis del mito, México: FCE, 1972.
(2)  CORTÁZAR, Julio, Octaedro, Madrid: Alianza, 1981.
(3)  Ver “Argentine: le plus vieux métro du monde tire sa révérence”, Le Point, 9 janvier 2013.
(4)  GENETTE,Gérard, Palimseptos, Madrid: Taurus, 1989. “Transtextualidad: es todo aquello que relaciona, manifiesta o secretamente, a un texto con otros”.
(5)  ORTIZ, Carmen¸ Cortázar el Mago, Buenos Aires: Díada, 2010, págs.147-148. 
Imagen: Julio Cortázar.

25 jun 2013

HE VUELTO

He vuelto. Algunas cosas han cambiado, por ejemplo, el color del marco del blog, el otro era mejor. He vuelto después de una situación muy difícil, de una especie de bajada al Averno, pero he soportado las pruebas y aquí estoy de nuevo: para escribir, contar y amar.

10 jun 2013

28 ene 2012

P O E M A

DÓNDE ESTARÁN TUS OJOS


Por Carmen Ortiz

Dónde estarán tus ojos,
verdes-grises, de un color eterno,
dónde tu mirada que me quiso olvidar
y no ha podido,
tu ansiedad de adolescente
en tu rostro maduro.

Por qué no te arriesgaste a amarme
a fundirte en mí, a indagar mi cuerpo,
a penetrar mi piel, a sentir nuestras pieles.

Qué podía destruir nuestra ansiedad irrefrenable,
de la humanidad del otro, de su vida cotidiana,
vuelvo a recordarte que mañana podemos estar muertos,
por qué, entonces, no agotar esta maravilla del deseo
que nos ofrecen nuestros cuerpos
que anhelan unirse intensamente,
por qué ese miedo de sufrir mañana,
si vivimos hoy y mañana, te recuerdo,
mañana, podemos estar muertos.

Necesito ver otra vez tus ojos de color indefinido,
tocar tu piel bronceada hasta que duela,
no podré desear a otro hombre
hasta que me liberes de esta angustia,
hasta que nos amemos desesperadamente,
y nos agotemos el uno del otro.

Quiero que nos saciemos ambos,
entregarme a tu piel y a tus deseos intensos,
y que te entregues a mí salvajemente.

Quiero fundirme en vos sin límites,
sin reservas, sin miramientos,
y saciarme de vos,
el futuro no existe
pero qué importa,
será un instante eterno.

(Enero 2012)


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13 jun 2011

FOTOS



Fotógrafa Ileana Gómez Gavinoser (12-6-2011)

8 may 2011

ES IMPOSIBLE DETENER LO INEVITABLE

Algo hay en el aire cuando estamos cerca, que se palpa, es algo que ninguno de los dos quisiera, algo tan mágico y pasional que su misma fuerza nos impide ignorarlo. Es imposible parar lo inevitable, esa especie de sino que transita nuestra piel, esos silencios que quieren ahogar las palabras que callamos, ese temblor que nos recorre y desespera, ese deseo compartido de poseernos de todas las maneras. Y martirizamos nuestros cuerpos que se atraen, sin brindarles la felicidad del jadeo de placer compartido, sin límites. No debe, no debió pasar esto que sentimos, ninguno de los dos lo sospechaba. Pero pasa, acaso sí debió pasar, está pasando. Afrontémoslo de una vez. Sigamos lo que nos dice nuestro instinto: entreguémosnos a un amor desenfrenado que el martirio del cuerpo es para los santos, en los que ni siquiera creemos.

1 may 2011

Foto después de ver obra "El Incidente" 30-4-2011

A la salida del teatro con Javier, Nelly,Luisa y Edgardo



30-Abril-2011



21 dic 2010

FINAL INESPERADO

VOLANDO BAJITO

Me equivoqué.
No tenías ni siquiera vocación de Ícaro.
Sin embargo, lo intentaste y eso me confundió. Estabas tan feliz en ese estadio complaciente de la medianía y apareció lo distinto: una atracción peligrosa, riesgosa, voluptuosa y te lanzaste a la conquista de esas sensaciones. Sin embargo tuviste miedo, porque esas palabras no estaban en tu diccionario.
Decidiste que era mejor seguir feliz, volando bajito.

BREVE HISTORIA DEL EROTISMO

EN EL COMIENZO: ¿CÓMO SE LLAMA?


Te pregunto: ¿cómo se llama lo que me produce tu cercanía?¿Cómo nombrar esta revolución que me sacude cuando me hablas de cierta manera, cuando me observas y me mirasa? Algo se siente en el aire casi inmaterial, algo confuso y agradable que está pasando, tácito, oculto.
Paremos, te ruego. Los dos sabemos que hay que parar con estas no ocurrencias, de cierta manera. Paremos. Ese algo que es una presencia que no queremos ver, pero que ninguno de los dos ignoramos, terminará por imponerse y nada podrá detenernos. Nada. No pensemos.
No escuchemos lo que nos seduce del otro. No miremos aquello que está tan prohibido como pisar el césped de las plazas públicas, porque si lo pisamos nos convertiremos en infractores y estaremos presos de la culpa. Por favor, no respondas a mi pregunta.
Ambos sabemos cómo se llama.

DEL ENIGMÁTICO MUNDO DEL DESEO


Si yo supiera... acaso si supiera,¿ será tan bueno sentir estas cosas? Éstas de las que no se sabe si es angustia, pero en todo caso es una angustia no angustiosa sino cosquillante, anhelante, mientras te pienso. Y cuando te pienso te imagino y no me importa nada, ni nadie. Te siento, te siento en mi piel y sé que me pensás a pesar tuyo, sé que no podés sacarme de tu mente. Sé que a cada rato estoy volviendo a tu piel que me desea, que voy entrando en vos muy lentamente, entro en los capilares de toda tu piel y de allí a todos los resquicios de tu sangre.
Acaso imagines que se trata de un juego peligroso, sin embargo no creo saludable pensarlo: vivir, vivir es en sí muy peligroso. Juguemos más a que no nos conocemos a que no sabemos nada el uno del otro, a que no sabemos ni quiénes somos y verás que a pesar de ello, del juego, de ese engaño, nada podrá impedir que volvamos a atraernos, a sentir que nos necesitamos, que lenta pero inexorablemente nuestros cuerpos serán uno y ese momento será tan feliz y tan supremo, que sabremos que lo estuvimos esperando desde siempre, que lo repetiremos tantas veces deseemos internarnos en el enigmático mundo del deseo sublime y brutal de poseer al otro incontenibles y sin tiempo. Y sé que me imaginas y sólo eso te hace sentir pleno y desesperado porque nunca pensaste en sentir tanto y tan a destiempo.
Pero qué hermoso es sentirlo, ¿no es cierto? En este tiempo único y nuestro no hay competencia, no hay compromisos, sólo hay placer, placer amoroso apasionado.

EL MISTERIO Y EL EROTISMO

Ahora aún queda el misterio, aunque no podamos ocultar más esa carga de erotismo que nos acerca, que apenas pueden disimular nuestras cultas miradas. ¿A quién engañamos? Si los dos sabemos que morimos por sentir la piel del otro, por tocarnos, por entregarnos sin frenos a besarnos íntegros y sin fin. En última instancia a ninguno de los dos nos importa lo atractivo que puede ser la vida del otro, todo el bagaje de información y conocimientos que tenga . No, no intentemos engañarnos más, ambos sabemos que en cuanto estemos solos y en intimidad, omitiremos las palabras y trataremos de saciar tantos días, horas y minutos de ansiedad compartida y disimulada, de saciar ese hambre del otro.
Ya, ¡ hagámoslo de una vez ! No pensemos. Mañana podríamos estar muertos. No nos detengamos en prejuicios. Nadie va a sufrir porque nosotros nos amemos sin fin, es nuestro secreto. Y como es secreto es aún más apetecible. Empecemos de una vez a develar el misterio de la plenitud del erotismo. Es tan intenso nuestro deseo que casi nos quedamos sin palabras cuando intentamos adornar la mentira de que sólo nos interesa lo valioso que es el otro. No, lo que queremos es poseernos, poseernos sin fin hasta que nos abandonen las fuerzas, hasta desfallecer escondidos en esos brazos , con nuestra pasión a flor de piel para comprender, al fin, que, como dicen los creyentes, existe el paraíso y nosotros estamos gozando de él, cuando gozamos de ese cuerpo, cuando besamos todos los resquicios del cuerpo que nos desespera, nos hace sentir plenos, nos enloquece.

DEL EROTISMO Y LA LLUVIA


Llueve. Llueve y atardece. Llueve y te pienso. Llueve y me acurruco pegada a tu cuerpo, pegada a tu piel. Y te siento y me acaricia tu calor y tu deseo. Y tus manos grandes, dulces, no agresivas se regodean en las formas de mi cuerpo porque llueve y es muy bello estar juntos, deseándonos, jugando a hacer el amor, besándonos levemente pero deseando lamernos. Y siento que mientras escuchamos la lluvia y la tarde deviene gris nos mordemos suavemente, nos acariciamos y nuestros cuerpos se tensan ávidos de orgasmos y de caricias, en desesperados esfuerzos por prolongar los momentos previos a la entrega total, al placer total, a nuestro desenfreno ya inevitable, con el sonido de la lluvia sonando como una melodía hasta que ya no hay más contención posible y nos retorcemos y gritamos, y aullamos de deseos y de placer entregados a la maravillosa locura de poseernos sin límites y sin tiempo.

18 oct 2010

Pero... también fui bailarina.

Aunque te parezca mentira, ésa soy yo en 1972.

Presentación en Margot de "Cortázar el Mago"

Germán Cáceres, Virginia Ameztoy, Carmen Ortiz, Leonardo Busquet
28-9-2010

Presentación en Margot de "Cortázar el Mago"

En el Bar "Margot", con Leonardo Busquet,
28-9-2010

9 oct 2010

INTIMIDADES

Escribiré sólo por eso.
Sólo porque estoy triste de mí y de mi pobre e ignorada vida
voy a escribir estos poemas que en borradores estaban escondidos, acaso porque estoy muy triste de mí, triste de vos y de otros tantos.



Poema 1 : El círculo mágico

El círculo mágico
En que te encierro
En que me encierras
En el que a veces convivimos, escondidos.

Ese círculo sin acceso para el mundo
Ese laberíntico recorrido que nos impulsa,
Ocultos de nosotros mismos
Al círculo en el que nos refugiamos
De nosotros, de nuestra pasión,
de esta locura erótica, muda, contenida,
Allí donde podemos encerrarlo todo,
Lugar pleno de luces y matices,
Ambos nos transformamos ahí,
Logramos la metamorfosis de nosotros ,
Nos liberamos de las convenciones,
Y nos penetramos a través de la mirada cómplice,
De nuestra disimulada cobardía
De palabras enigmáticas, escondidas,
De todo lo que no nos atrevemos a decirnos
Y puedo besarte hasta agotarme de vos
Y puedes tocarme hasta saciarte de mí
Y podemos fundirnos con la eternidad
Sin que nadie nos vea ni nos juzgue
Sin que ni nosotros mismos podamos vernos
Porque somos otros y los mismos
Cuando nos encerramos en nuestro círculo mágico.
Y los dos compartimos ese juego erótico
Al que nos entregamos,
Y nos amamos, nos agotamos
En un orgasmo de palabras,
y los dos sabemos
Que nos estamos besando y poseyendo,
Con un amor eterno,
Porque el deseo no sabe de razones.





Poema 2: En el comienzo

Cuando me miras
Me creas,
Cuando me tocas
Me inventas.
Si me acaricias
Existo,
Si besas mi boca, mi pelo, mi piel,
Aparezco.
Si me haces el amor
Descubres mis sentidos
Mi perversión hermética y escondida
Vivo total
Y me conoces verdadera.
Tu boca en mi sexo,
tu lengua que me recorre entera,
Despiertan mi locura,
Te acercan a mi oculto misterio,
A mi sed de ti, insaciable
A mi pasión, a mi verdad ardiente.
A veces, si me acosas
Me asusto y titubeo
Mas luego me arrepiento,
Y me entrego total,
Y te poseo.

Poema 3: En el final

Desencantada y
Visceral
Me siento desgarrada
Cuando ya no me pensaba
capaz de desgarrarme por amor
cuando me creía curada
de la muerte de los amores.
Llegaste en silencio,
como los ladrones insignificantes
y me traspasaste con tu tozuda inconsciencia
de pequeño hombre
incapaz de volar conmigo ,
hacia la amplitud infinita
Y me heriste
Con tu cruel medianía,
Repetida, pequeña,
Como pájaro de pequeñas alas.
Nunca tuviste vocación de Ícaro,
No podías volar alto y yo otra vez, tercamente ,
Volví a creer, a sospechar
Que acaso eras capaz de quemarte con el sol del universo,
De habitar en este mundo mío,
Sin límites,
Ese lugar,
Donde es posible
Amarse hasta la última fibra.

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7 oct 2010

Presentación de libro Casa de la Lectura

Con Virginia Ameztoy y Leonardo Busquet
23-9-2010

Presentación libro en Casa de la Lectura

Charla con Leonardo Busquet

23-9-2010


20 ago 2010

Cuentos de la dictadura

EL ÁNGEL DE LA CÚPULA*


“¿Pero qué es la historia de América sino
una crónica de lo real maravilloso?”
Alejo Carpentier, El reino de este mundo.



Rostros de hombres y mujeres me miraban desde la cúpula. Bellos, realmente bellos. Pertenecían a los hermosos murales que muchos años atrás habían pintado talentosos y reconocidos artistas plásticos, en las Galerías Pacífico.
En su época más floreciente- que yo recuerde- las Galerías poseyeron locales que se utilizaban, en su mayoría, para exposiciones de pintura y aunque hubo otros de carácter más comercial, guardaban relación con la estética del lugar. Hacia fines de los 70 apareció en un extremo, debajo de la cúpula, una confortable sucursal de los Ferrocarriles Argentinos, donde yo solía ir a sacar pasajes para viajar a Mar del Plata con mi familia. En los 80, después de la derrota de Malvinas, se la llamó “Centro Cultural Las Malvinas”. En ese tiempo se la empleó para hacer algunos espectáculos. Las paredes se cubrieron con exposiciones de cuadros de dudoso valor artístico. También se habilitó una salita donde se proyectaban videos de promoción literaria y turística. Algo había que denotaba una suerte de deterioro en el gusto y en la conservación. La confortable sucursal de los Ferrocarriles empezó a presentar signos de prematuro envejecimiento y descuido. Pronto las galerías de arte se trastocaron en otros locales de exposición y venta de tapices de escasa calidad. A menudo invadía todo el ámbito una música estridente. Hasta vi, una vez, que en la entrada que daba a Florida- la otrora calle europea y aristocrática de Buenos Aires-, se repartían volantes promocionando un restaurante vegetariano. A pesar de todo, desde la cúpula los rostros de la belleza me seguían mirando.
Un día, después de la euforia por la llegada de la democracia, entré casi por costumbre y me dirigí hacia el centro. Me detuve antes a mirar un cuadro en la pared lateral. Fue la primera vez que oí aquel sonido. Me di vuelta y observé al hombre que, detrás de mí, miraba la insólita pintura. Estaba absorto. Parecía no haber escuchado nada. Extrañada, seguí mi camino pasando por la pared central y, al fijar mi mirada en la cúpula me pareció observar un ángel que no recordaba haber visto antes, pintado en los murales. Tenía una expresión de tristeza. Doblé. Me paré ante un cuadro titulado “Myself” (Yo mismo, aclaraba). Era demasiado abstracto para mí, representaba un punto celeste colocado en el centro de un fondo azul que hería mis ojos. No podía entender cómo eso estaba ubicado en lugar preferencial, cerca de los murales pintados por los maestros Berni, Castagnino, Colmeiro, Spilimbergo, y Urruchúa. Ya me iba, renunciando a comprender su significado y pensando que me traía a la memoria los dibujos infantiles, excepto que los niños no usaban colores tan agresivos, cuando algo me paralizó. Aquel ruido que antes había oído se tornó más fuerte, y me pareció, estaba casi segura, de que no se trataba de un simple sonido sino de un gemido. Me estremecí. ¿Qué pasaba?
Era de tarde. Había poca gente en las Galerías. Miré alrededor de mí. El hombre que hasta entonces casi siguiera mis pasos, ya había desistido y se dirigía con celeridad a la salida de la calle Florida. Vi además a una señora que se encaminaba hacia la puerta que daba a Córdoba, y se detuvo frente a una tienda que habían instalado últimamente y que tenía unos precios carísimos.
¿No vendría el sonido de la sala de videos? No, imposible. Además, en ese momento recordé que abría a las siete de la tarde y eran poco más de las cuatro. ¿Sería una ilusión auditiva? ¿Tendría razón mi novio que me decía que a veces no oía bien y que debería hacerme revisar? Siempre pensé que era una broma. Nunca se notaba cuando Horacio hablaba en serio. A esta altura de mi carrera no sabía aún si el que oye mal puede creer oír lo que no existe. Estaba inmovilizada frente a ese cuadro. ¡Pensar que Velázquez había pintado “Las Meninas”, Van Gogh “Los botines”, Degas “Lección de danza”, Seurat “El circo”, Portinari “Muchacha mulata”, etc, etc, etc.! Y yo estaba condenada a no moverme de allí, porque me paralizaban la sugestión y el miedo. Me armé de coraje y caminé hacia mi izquierda. Me topé con otras pinturas menos conflictivas aunque igualmente malas.¿Quién autorizaba esas exposiciones? Era una irreverencia, sobre todo cerca de los murales de los maestros. Salí por Viamonte. Di vuelta y seguí por Florida hacia Corrientes. Al fin entré en un bar a tomar café. Todavía me duraba la impresión. Saqué mis apuntes y me puse a leer, tenía un parcial en pocos días.
A las siete fui a buscar a Horacio a su trabajo. Como sus padres habían venido a visitarlo desde Rosario tuvimos que ir a un hotel. Hicimos el amor y como siempre fue maravilloso. Mientras descansaba encendí un cigarrillo, y en la dulce complicidad de la cama le conté lo que me había pasado en las Galerías Pacífico. Me contestó que en lugar de estudiar Medicina debería haberme dedicado a escribir, ya que tenía tanta facilidad para imaginar y fabular. Me enojé apenas levemente, porque dudaba de mis propias sensaciones.
El día siguiente era sábado y tenía que reunirme con unos compañeros para estudiar desde temprano, así que no pensé más en el asunto. Esperaría al lunes para volver, y no se lo contaría a nadie. De mañana no podría ir porque tenía clases en la facultad.
No sé si fue casualidad pero volví a la misma hora. Esta vez entré por Córdoba y me deslicé con lentitud pasando por delante de los negocios nuevos, que no me parecían precisamente los más apropiados para un espacio que albergaba una galería de arte. Por ejemplo: la juguetería que tenía un robot en la entrada o la lencería de ropa fina para damas, entre otros. Aunque era lunes, había más gente que el viernes. Pasé el centro y me dirigí al sitio en el que estaba el cuadro fatal donde había escuchado el gemido. Nada pasó. Entonces Horacio tenía razón, se trataba de una impresión mía. Recorrí apresurada la galería de cuadros que daba a Florida, de ambos lados, y no oí nada. Antes de irme me volví a parar bajo la cúpula para admirar su belleza y en ese momento ocurrió. Me pareció ver que el mismo ángel del otro día ahora lloraba. Sentí que un río helado corría por mis venas. Percibí un sonido arrastrado, forzado. Escuché. Era la voz de una mujer que hablaba, algo así como un pedido de auxilio. Me nombraba:-“¡Helena!”-. ¡Dios mío! ¿No me estaría volviendo loca?
Cuando recobré la serenidad, miré a alrededor de mí y divisé a una señora arrastrando a un chico de poca edad que se aburría-como yo- de los cuadros colgados en las paredes. Con seguridad esperaban el horario para mirar los videos. También vi a dos adolescentes con útiles que, supuse, se habían “hecho la rabona” al colegio. Había un señor formal con portafolios. Oí detrás de mí y luego vi a dos jovencitos que se reían y conversaban en voz alta. Pero, ¿cómo nadie había notado nada? Sólo yo.
Unos minutos después el lamento se hizo más fuerte e intenso:-“¡Helena! ¡Ayuda!”. Me tapé los oídos. De pronto, la estridente música me ocultó la voz. Las piernas me temblaban. Dos lágrimas cayeron de mis ojos. Sentí más que miedo un dolor profundo.
El martes me encontré con mi novio, no le conté nada. Algo me decía que debía guardar silencio. Se me ocurrió que era un secreto. En algún momento Horacio me dijo que me notaba rara, le hice un chiste y no insistió.
El miércoles, cuando volví a las Galerías, fui directamente a pararme debajo de la cúpula. Caminé como quien espera a alguien. Me pareció que el dueño del negocio de videos me sonreía como reconociéndome. Desvié la mirada y me dirigí a la en otra época confortable y ahora alicaída Oficina de Información y Venta de pasajes, de Ferrocarriles Argentinos. Me paré frente a la vidriera como para observar los comunicados. De pronto, la voz volvió: “¡Helena, ayúdame!” Y luego continuó- “Tengo veintidós años – hizo una pausa-. Me llamo Laura”. En ese momento parecía que la voz se había agotado, pero habló otra vez-. “Me tienen prisionera”. Y después percibí algo así como un golpe.
Otra vez mis piernas se aflojaron. Estaba obnubilada. No podía pensar. Escuchaba voces. Era seguro que me estaba volviendo loca. ¡Veintidós años! ¡Mi misma edad!¡No ¡ ¡No podía ser! Se trataba de una ilusión auditiva. No tenía a quien contarle esto. Mis padres no me creerían, a lo sumo me mandarían a que consultara a un médico. Horacio terminaría por aburrirse de mí, yo lo amaba. ¿Por qué nadie oía lo que yo escuchaba?
Esa noche, a pesar de haberme tomado una pastilla para dormir, no recetada- lo confieso-, soñé con Laura. En mi sueño era una muchacha muy parecida a mí, como yo también estudiaba Medicina. Actuaba como una especie de dirigente, siempre defendía a los compañeros con problemas. Así se me apareció organizando una manifestación de protesta porque nos revisaban bolsos y carteras en la entrada de la facultad, y porque nos habían cambiado arbitrariamente una fecha de examen. Dicen que en los años de la dictadura militar ocurrían esas cosas. O sea, que aunque yo aparecía en el sueño, éste se refería a esa época. De repente, todo cambió, ella estaba en un lugar oscuro, impreciso, y gritaba porque alguien la sometía a un tormento con electricidad. Por suerte me desperté. Puse la radio bajita y escuché música suave. Me dormí cuando ya había amanecido.
A la mañana, una conjetura se introdujo en mi atormentada cabeza. En los tristes días del Proceso habían “desaparecido” muchos estudiantes de mi facultad. Yo había llegado después, con la democracia, y no sabía casi nada de eso, no obstante, me propuse averiguar.
Se confirmaron mis sospechas: en la Facultad de Medicina, a la que yo asistía, había existido una Laura, luego desaparecida. Ella era, en cierta medida, una activista que siempre daba la cara por los demás. Estaba afiliada a un partido de izquierda, aunque, según me dijeron, era más bien una revolucionaria utópica porque odiaba la violencia. Cuando se la llevaron tenía veintidós años.
Con mi novio jamás hablábamos del tema de los desaparecidos. No éramos indiferentes, supongo, aunque nunca habíamos ido a una manifestación, de las que realizaban los organismos de derechos humanos para pedir castigo a los culpables. Yo me dedicaba a estudiar y él estaba haciendo una buena carrera en la empresa en que trabajaba. Nos casaríamos en dos o tres años más.
No, no le contaría nada de lo que había sabido. Pero, ¿podría cargar con todo eso yo sola?
Tardé una semana en reponerme. Necesitaba conocer más, busqué información. Me enteré de que en el tiempo de la dictadura militar habían existido trescientos cuarenta centros de detención clandestina, donde se torturaba y mataba a los subversivos al orden establecido y a los supuestos subversivos. La tarde del jueves, por primera vez, como ya había dado el examen a la mañana, fui a la marcha que las Madres de Plaza de Mayo realizaban todos los jueves alrededor de la Pirámide. Fue una sensación distinta. No se lo conté a nadie.
El viernes me animé y acudí a mi cita con Laura. Debajo de la cúpula, el ángel se puso una mano en la boca indicándome que guardara silencio. En ese momento me di cuenta: el ángel era el que me abría la puerta para oírla. Siempre había sido así y yo recién entonces lo comprendía. Esta vez su voz era muy tenue. Me dijo:-“¡Gracias, Helena! ¡Gracias por escucharme! Yo estoy muerta. Me mataron. No me olvides.”- Y después, en un último esfuerzo agregó:-“No te arriesgues. No vengas más a escucharme, vos también estás vigilada. ¡No te arriesgues!” La voz se silenció. Miré hacia enfrente. El dueño del negocio de videos me observaba, y esta vez no sonreía.

El tiempo ha pasado. Estamos en junio de 1990. Yo me he recibido de médica y Horacio es subgerente de la empresa en que trabajaba. Nos hemos casado a fines del año pasado. A veces, cuando cierro los ojos para dormirme, en la plácida felicidad del lecho compartido, me parece ver la cúpula de los maestros y, asomándose, el rostro de un misterioso ángel junto al de una joven, algo parecida a mí, que me sonríe. No he vuelto a escuchar su voz. En el diario de esta mañana he leído una noticia sorprendente, dice que las cárceles clandestinas de la época de la dictadura militar no eran trescientas cuarenta sino trescientos cuarenta y una. La última se descubrió en estos días, cuando las tareas de remodelación que se están haciendo para convertir las Galerías Pacífico en un importante centro comercial, permitieron ver, en el segundo subsuelo, verdaderas celdas donde todavía hay fechas y nombres de ese tiempo escritos y perforaciones en las paredes, y hasta algún zapato quemado. Dicen que las Galerías Pacífico fueron un lugar ideal para esas actividades porque la acústica amortiguaba todos los ruidos.

Los días 8 y 9 de junio de 1990, los diarios de Buenos Aires “Sur”y “Página/12” informaron y fotografiaron el hallazgo, en los trabajos de remodelación, de otra de las cárceles clandestinas de la dictadura militar, en el subsuelo de las Galerías Pacífico.



(*) Publicado en Internet: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/ortiz_carmen/index.htm

19 ago 2010

Un cuento

JE T`ATTENDRAI *


Recordé tus últimas palabras dichas diez años atrás. Acaso, a pesar de ser argentino, como yo, me las dijiste en francés porque estábamos en París, que era donde vos vivías y yo paseaba.”Je t’attendrai”-, me dijiste. Sin embargo no había amor en tu tono. Me aseguraste que me esperarías por ser gentil, por si volvía allí. Yo retornaba a Buenos Aires al día siguiente. No comprendiste lo que despertabas en mí y era casi increíble, sólo te había visto dos veces una, compartiendo el asiento del avión, del que bajé en Madrid y en el que seguías hasta París y otra, casi un mes después, cuando terminé mi periplo y llegué a París y decidí llamarte por teléfono el día anterior a mi regreso.
Me acuerdo que nos encontramos en Montparnasse. Más tarde, desde Buenos Aires, te escribí. No me contestaste.
Pero yo necesitaba continuar la historia. Como soy escritora te imaginé como personaje de una novela. Él se llamaría Christian, como vos, tendría tus mismas características: tu belleza, tu pelo sedoso y tus ojos profundos y oscuros, tu misma profesión, sería argentino y viviría en tu misma calle.
En mi novela yo podría desarrollar todas mis fantasías, podría vivir a tu lado y amarte cuantas veces quisiera. Contaría tu historia, lo que yo sabía y lo que me había imaginado, nuestros encuentros reales y nuestro amor y convivencia posteriores, ficticios. La novela estaría dedicada a vos, con tu nombre y apellidos verdaderos.
Cuando se editó el libro, los lectores encontraron algo novelescos nuestros encuentros, los reales, y aceptaron sin retaceos el resto de la historia, la inventada. No me importó usar tu nombre y vivir con vos a mi antojo el amor en el personaje de la escritora, que tanto se parecía a mí. París estaba tan lejos de Buenos Aires. Nunca te enterarías.
En diez años no he vuelto a esa ciudad. Mi novela fue un éxito, pero no llegó a las librerías francesas. No se tradujo a ese idioma. No te enterarías nunca del amor que vivimos en letra de molde. El amor de Christian y Marietje.


Hace unos días, caminando por el centro de Buenos Aires vi un anuncio en un afiche, se refería a una conferencia de un especialista, en lo mismo que vos lo eras. A mi memoria vino tu recuerdo. Mis ojos se negaban a mirar el nombre del profesional. Tuve miedo. No sé si por la persona o por el personaje. Y sí, era cierto. Se trataba de tu nombre y decía que venía de París.
Algo ocurrió dentro de mí, vos estabas congelado en mi pasado. Sin embargo, hice un esfuerzo y te llamé por teléfono al número que se indicaba. No te acordabas de mí, lógicamente. Pero cuando te expliqué me dijiste que me esperabas en la reunión. Recordé: “Je t’attendrai”
La curiosidad y el temor me llevaron a ese lugar. Desempolvé el antiguo sombrero de fieltro negro y ala ancha que había comprado en París, diez años atrás, para usarlo. Traté de verme más delgada- como era entonces- aunque sólo conseguí disimular con ropa oscura algunos quilos. ¿Cómo estarías?
Rememoré nuestro encuentro y luego busqué mi novela y leí las páginas de las apasionadas escenas de amor Christian y Marietje. ¿Cómo habría sido si hubiese ocurrido realmente? ¿Cómo nos habríamos amado? Temía. No sabía bien por qué. Estabas tan unido a mi mundo novelesco que me costaba separarte y colocarte en el cotidiano. Me asustaba que perdieras tu misterio.
Fui al lugar que me indicaste. Había bastante gente y tardabas en llegar. Varias veces estuve a punto de irme. Finalmente viniste.
El ambiente era muy loco, extraño y en cierta medida correspondía a una imagen tuya que acaso tuve cuando te conocí y que luego modifiqué en mi novela dándole un carácter más romántico, diría, menos corriente. Allí estaba la cuestión: dudaba de encontrarte, a pesar de tu larga residencia en Europa, a la manera argentina. En el avión eras una incógnita, luego en París te vi envuelto en el clima lejano y fantástico de la hermosa ciudad francesa, en su niebla, en su frío, en sus copitos de nieve y en sus techos negros y sus cúpulas hacia el cielo.
Te vi en la reunión. Nos miramos casi sin reconocernos. No se trataba de una conferencia. ¡Ese espectáculo impreciso era tan distinto de lo que yo había escrito en mi libro! Vos eras diferente, menos lejano, menos esquivo, quizá demasiado accesible. Me pregunté si me hubieras interesado e impresionado como para recrearte en una historia ficticia si diez años atrás te hubiese conocido como te mostrabas ahora. La angustiosa e inocultable respuesta era “no”.
Me fui antes de que terminara la función, sin despedirme de vos. Al salir del lugar, alumbrado con luces azules y poblado de jóvenes estáticos y adultos asombrados, cerré los ojos e imaginé aquel encuentro y tus últimas palabras. Tal vez pudiéramos hallarnos en otra fracción de espacio y tiempo en que ambos pudiéramos sorprendernos con la presencia del otro. Esto era- cómo diría sin ser cruel- una burda realización de algo que imaginé sutil.

La otra noche vi a Christian caminando por Buenos Aires, llevaba puesta la campera de cuero negro que tenía diez años atrás cuando nos conocimos a bordo del avión, la misma mirada penetrante llena de prometedores destellos. Era tan hermoso como entonces e inexplicablemente en todo ese tiempo no había envejecido nada. Se detuvo al verme, fascinado.
-¡Marietje! - me dijo emocionado-. No pensé que pudiera volver a encontrarte tan pronto. ¡ Esto es fantástico!
Me extrañó que me llamara por el nombre de mi personaje y no por el mío verdadero, acaso habría leído la novela. Por mi parte, lo vi tan igual al que me había dejado en Montparnasse, que sólo atiné a decirle:
- ¿Vos aquí?
- Sí, querida, estaba demasiado triste allá. Me sentía solo.
Estaba sorprendida de que me dijera “querida” con tanta calidez en realidad no habíamos tenido ninguna intimidad.
- ¿Y tu trabajo, Christian? ¿Pensás en quedarte en Buenos Aires?
- Me abandonaste. ¿Te acordás?
“Me abandonaste”, dijo, y yo no podía entender. Yo jamás lo abandoné porque jamás hubo nada entre nosotros. ¿Qué estaba pasando? En la novela sí, allí la escritora abandona a Christian después de largos meses de amor, para volverse a Buenos Aires. ¿Con quién estaba hablando?
No sé por qué parecía haberse borrado para ambos la noche de la reciente conferencia-espectáculo. ¡Es que había cambiado tanto desde entonces! Parecía que todo el tiempo hubiese vuelto atrás contradiciendo las leyes naturales. -¿Recordás?- me dijo- je t’attendrai, te dije cuando me dejaste en París, pero me cansé de esperarte.
Con esas palabras en francés terminó mi encuentro en Montparnasse con Christian y las mismas palabras decía mi personaje cuando se despedía de Marietje en el aeropuerto Charles De Gaulle. ¿Con quién estaba hablando? No me dio tiempo a averiguarlo porque me tomó en sus brazos y me susurró:
- Vine a buscarte. No creo que me hayas olvidado, que ya no me ames, que te niegues a completar nuestra historia.
Me aferré a él y nos besamos con pasión. Lo acompañaría adonde me llevara, me latía el corazón aceleradamente. Dejé de preguntarme con qué Christian estaba.




*Publicado en Rev. “Letras de Buenos Aires”, Año 15, Nº 32, Octubre de 1995, Buenos Aires.
* Publicado y traducido al inglés en “Santa Bárbara Review”, Volume 4, Number 3, Fall / Winter 1996, Santa Barbara, California, USA.
* Publicado en “Hojas Literarias”, Nº 14, Abril-Mayo y Junio 1996, Barcelona, España.-




Un michi pensante


18 ago 2010

DE AMANTES Y JUEGOS CRUELES



JUEGO CRUEL

Sola y perdida
con mi soledad por compañera
con mi soledad que se acuesta
junto a mí en la cama
con esa soledad mordiente
que te desplaza en mi costado
mientras vos,
escondes a otra mujer entre tus brazos
penetras en su cuerpo
sin pensar en mis deseos
ni en mi piel
ni en mi pelo
entretienes tus manos en otros senos
otra risa se pega a tu cabello
y con otra mujer compartes ese orgasmo,
el que me prometió tu mirada
tus manos tus ocultos espasmos
la elocuencia de tus silencios
y tus simbólicas palabras
y más aún
tu mente que no consigue borrarme
del recóndito clamor de tus entrañas
entonces,
sola y perdida
me escondo yo también en otros brazos
y sólo por no sentirme desgarrada
ni tan inútilmente harta de abrazar el aire
entro en tu juego cruel
y te suplanto.

15 ago 2010

DEL SENTIR

¿Cómo se llama?


Te pregunto:¿Cómo se llama lo que me produce tu cercanía? ¿Cómo nombrar esta revolución que me sacude cuando me hablas, de cierta manera; cuando me observas y me miras, de cierta manera? Algo se siente en el aire casi inmaterial, algo confuso y agradable que está pasando, tácito, oculto.
Paremos, te ruego. Los dos sabemos que hay que parar con estas no ocurrencias, de cierta manera. Paremos. Ese algo que es una presencia que no queremos ver, pero que ninguno de los dos ignoramos, terminará por imponerse y nada podrá detenernos. Nada. No pensemos. No escuchemos lo que nos seduce del otro. No miremos aquello que está tan prohibido como pisar el césped de las plazas públicas, porque si lo pisamos nos convertiremos en infractores y estaremos presos de la culpa. Por favor, no respondas a mi pregunta.
Ambos sabemos cómo se llama.

4 ago 2010


Julio Cortázar, una estética de la búsqueda, Bs. As: Almagesto (1994)

"¿Por qué volví?¿Por qué tenía que volver a mi isla donde conocí una
soledad tan diferente, volver para encontrarme todavía más solo y
oírme decir por mi propio criado que toda la culpa era mía?"
Adiós ,Robinson

(Julio Cortázar una estética de la búsqueda, p.9)




EL RESTO NO ES SILENCIO
Bs. As., Torres Agüero, (1989)


“Anochece. Un grupo de mujeres de cierta edad, con pañuelos
blancos en la cabeza giran alrededor de la Plaza de Mayo. Están
tan mimetizadas con el lugar que no parecen reales”.
(p.174)

LAS MUJERES FATALES SE QUEDAN SOLAS
Bs. As., Almagesto, (1998)

“Teníamos avidez de toda clase de experiencias, queríamos
vivir un amor total […]Nuestros cuerpos jóvenes querían
sentir el goce en cada poro de la piel”
(pp. 17-18)

25 jun 2010

SIN ALIENTO


Vos, que sin querer me devuelves la sonrisa,
que al mirarme recuperas en mí los años transcurridos,
el ángel de la plaza, las noches de pasión sin término
y la chispa de mi luz en tu recuerdo.

Vos, que me miras y me transitas todos los caminos
desde mis zapatos bajos de cuando era piba,
mi jean ajustado que te detiene en mi cadera,
mi remera azul de adolescente
y luego buscas debajo de la tela, la pasión intensa
que se oculta recóndita en mis senos.

Vos, que me devuelves la edad de los sueños
cuando era imposible pensar en la muerte
cuando sólo la vida era lo urgente
y para mí
lo urgente eran tus ojos de todos los colores
y para vos
lo urgente eran mi piel y mis caricias.

Has vuelto a revivirme con tu risa
con tus ojos de felino misterioso
con tu piel quemada por el sol de todos los océanos
con tu palabra brumosa y repentina,
a decirme
que estoy viva para vos
y, por lo tanto,
estoy viva para la vida
para el amor,
para todos los fuegos de los soles
para todas las honduras de la noche
para quedarme eterna, apasionada
a tu lado hasta el final, entregada a tu amor
sin aliento, sin respiro.


Carmen Ortiz

9 jun 2010

MI CUMPLEAÑOS

El 11 de junio es el aniversario de la Segunda Fundación de Buenos Aires y del nacimiento de un gran escritor argentino,Leopoldo Marechal, es también la fecha de mi cumpleaños (geminiana). Yo soy escritora y además una porteña empecinada.

JULIO CORTÁZAR


6 jun 2010

La laberíntica búsqueda del artículo oculto

La historia comenzó si es que comenzó en algún momento o no sé si fue como ciertas historias del escritor Julio Cortázar,circular,sin principio ni fin.[...] Acaso todo comenzó a principios de los años '80 [...]... las bibliotecas y los bares para estudiantes empezaron a poblar los espacios vacíos de mi vida [...] Leía y releía sus cuentos y en pequeños papelitos iba anotando observaciones. Una costumbre - que entonces no sabía-había tenido el mismo Cortázar cuando escribía los bosquejos de lo que luego sería su revolucionaria novela , cuya estructura nos llevaría a leerla jugando y saltando la rayuela.
En Cortázar el mago,de Carmen Ortiz,Bs.As.:Díada,2010, 224pp.colección ensayo.

26 may 2010

DEL EROTISMO. Me lees

...je lui parlais de son corps et de son sexe aussi,
de son ineffable douceur...Tout allait a son désir et
le fasait me prende. J'étais devenue son enfant.
Marguerite Duras
L'amant
¿Has pensado acaso? Seguro que lo pensaste, que estar leyéndome es como estar conmigo, es estar dentro de mí, dentro de mi pensamiento y de mis entrañas, en lo más profundo, allí donde nunca podrías haber llegado de otra manera. ¿Has pensado que es la más sensual de las maneras de estar conmigo?
Es como descubrirme y asombrarte. Es interminable porque perdura aún después de la lectura. En una tarde de lluvia soñabas que me tenías entre tus brazos, escondida. Como una hembra que pide protección al macho, como quisieras tenerme, sin voluntad, entregada. Como la mujer que no soy, como la hembra que sí soy.
Y mientras la lluvia caía, en tu mente se corporizaba la obstinada imagen de mi cuerpo, de mi sexo como una flor carnívora, de mis senos que te obsesionan, de mi boca que quisieras probar y sentías mi mirada que quería tragarte y entonces, en ausencia, me deseabas más que nunca, me imaginabas hecha un ovillo, rodeándote con mis brazos y sorbiendo tu sexo, pero yo no estaba pero sí estaba allí, en las palabras que habían salido de mi mente y de mis manos. Y entonces sabías, que, inevitablemente, ninguna mujer podría competir conmigo aunque yo no fuese competitiva, porque vos -como todo varón- lo eras y pensabas eso. Y entonces, nadie podía entrar en tu mente aunque lucharas por ver otro rostro y otro cuerpo de mujer. Era inevitable. Mientras la lluvia caía, lenta, intermitente, pesada, tenaz, llenándote de imágenes fugaces, de horas vividas, de amores consumidos, de lecturas recordadas, pero sin poder sacarme de tu imaginación, torturándote como un mal inesperado y, finalmente, rindiéndote a mi fascinación, comprendiendo que no era, en realidad, una competencia, que yo nada te pedía, que sólo estaba allí, dibujada en palabras, obsesionándote, sin siquiera proponérmelo. Y tenías miedo de seguir leyéndome, de continuar poseyéndome en tu imaginación mientras la lluvia caía persistente, para exacerbar todavía más tus sentidos que deseaban tenerme apretada, envuelta alrededor de tu cuerpo, que ansiaban acariciarme como a un gato bello y suave, dulce y desprotegido.
Por eso ahora ya has cerrado el libro que me desnuda, que me coloca a tu lado, en tu cama, porque te gusta leerme en la cama, en la intimidad, secretamente, para que nadie pueda suponer siquiera cuánto me deseas. Sólo las páginas de ese libro contendrán tu deseo, tu ansiedad, pero que no te delatará aunque es mejor no arriesgarse. Has cerrado el libro para dejar de leer mi cuerpo y mi mente, sintiendo que te agotas en un orgasmo intenso, sin mí.